La Conferencia de las Partes número 30 -COP30- llevada a cabo en Belém, Brasil, llegó a su culminación el 22 de noviembre. El cierre llegó luego de dos semanas de negociaciones en las que participaron más de 56.000 delegados de todo el mundo. En un año que marca varios aniversarios -el 10º aniversario del Acuerdo de París, el 10º de la encíclica Laudato Si’ y el 800º del Cántico de las Criaturas, Franciscans International le brindó a una numerosa delegación apoyo para asistir a la Conferencia de la ONU sobre el Clima. Veinticuatro hermanos y hermanas representando a todas las ramas de la familia franciscana tomaron parte en diversos eventos tanto dentro como fuera del recinto de la COP30, y allí hicieron conocer las preocupaciones de las comunidades de base representadas por ellos, y exigieron una acción más decidida en lo concerniente al cambio climático.
Pese a una ambiciosa agenda establecida por la presidencia brasileña, en rigor de cuentas la COP30 -promocionada como la ‘COP de la implementación’- no logró avanzar en la lucha contra el cambio climático, pues los negociadores no pudieron aprobar una prevista hoja de ruta que apuntaba a la eliminación gradual de los combustibles fósiles. En contraste, el compromiso de abandonar los combustibles fósiles realizado hace dos años en la COP28 en Dubái sigue diluyéndose más y más debido a la persistencia de una coalición de países productores.
“Esto es tremendamente decepcionante y demuestra el fracaso de los líderes políticos a la hora de tomar la crisis climática en serio,” dijo Budi Tjahjono, director de Incidencia Internacional de FI. “Si bien nos alienta ver que más de 80 estados van considerando iniciativas propias de eliminación gradual de los combustibles fósiles, también nos descorazona el ver que la COP30 no estuvo a la altura de las circunstancias. De igual forma, aunque los delegados estuvieron de acuerdo en la necesidad urgente de mayor financiación, también es necesario que estas promesas sean concretizadas. Sin embargo, Belém sí dejo algo muy claro: en todo el mundo a la gente se le está acabando la paciencia.”
Impulsando el debate



Con el empuje de las naciones vulnerables al cambio climático y de la sociedad civil, el impulso por una acción más enérgica continuó vigorosamente. Como parte de estos esfuerzos, FI y la Federación Luterana Mundial (LWF) lanzaron un nuevo informe que explora perspectivas basadas en la fe sobre una Transición Justa – una de las cuestiones clave más tomadas en cuenta en las discusiones en la COP30. Con base en contribuciones de comunidades situadas en las primeras líneas de la crisis climática, las organizaciones han propuesto que el abordaje de una Transición justa no debe tratarse de forma limitada como un cambio hacia una economía baja en carbono, sino más bien como una transformación estructural y sistémica hacia una sociedad más equitativa, inclusiva y ecológica.
A lo largo de la conferencia, FI tuvo participación en varios eventos paralelos y conferencias de prensa para plantear la necesidad de una Transición verdaderamente justa y brindar recomendaciones a los negociadores sobre el modo de impulsarla. Esta investigación también estuvo basada en un informe previo sobre pérdidas no-económicas y perjuicios publicado por FI y LWF durante la COP29 en Azerbaiyán. Utilizando las profundas conexiones de las dos organizaciones en las comunidades de base, este documento proporciona una comprensión más profunda de los impactos relacionados con el cambio climático que no se pueden expresar como valor monetario, tales como la destrucción de la herencia cultural o la pérdida de conocimientos tradicionales.
Un movimiento global



Fuera del recinto de la COP30, la sociedad civil organizó una serie de eventos destinados a brindar una plataforma a aquellos que no podían participar en las negociaciones y a explorar soluciones alternativas para la crisis. Los miembros de la delegación franciscana participaron en los diálogos interreligiosos de Talanoa y Tapiri, donde se reunieron con representantes de comunidades indígenas, tradicionales y marginadas.
También participaron en la Cumbre de los Pueblos, un foro conducido por movimientos populares y sociales que congregaron a 25.000 delegados, que luego presentaron su manifiesto al presidente de la COP30, señor André Corrêa do Lago. El 15 de noviembre, los franciscanos estuvieron entre las 70.000 personas que tomaron las calles de Belém en una impresionante manifestación exigiendo justicia climática.
Todos los esfuerzos de nuestra delegación se complementaron con otras iniciativas de las iglesias católica y anglicana. La delegación se reunió con los cardenales Fridolín Ambongo OFMCap, Felipe Neri y Jaime Spengler, OFM, los tres signatarios del llamado a la acción hecho por las Conferencias de Obispos Católicos del Sur Global, quienes demandan, entre otras cosas, el pago de la deuda ecológica adeudado por las naciones industrializadas ricas.
¿A dónde vamos desde aquí?
Pese a que la COP30 no respondió satisfactoriamente a la mayoría de las expectativas de los estados y de la sociedad civil, en sí misma la conferencia en Belém no fue un punto final. La familia franciscana, fortalecida por las conexiones construidas y el conocimiento adquirido, sigue convencida de que el cuidado de la creación no es opcional, y utilizará todas los medios a su disposición en las Naciones Unidas y en las bases para llevar a cabo su labor de incidencia en procura de políticas climáticas y ambientales más fuertes. El camino hacia la COP31 ya ha comenzado.