Un Panorama en Transformación: Del Bosque a las Llamas
En Croacia, la degradación medioambiental y los retos migratorios han provocado una crisis de dignidad humana. De fosas de quema de residuos que envenenan a las comunidades hasta los migrantes atrapados entre la burocracia y la indiferencia, la vida cotidiana está marcada por la injusticia. En la encrucijada de estas luchas se encuentra un hermano franciscano que se rehúsa a ignorar lo que ocurre.
El hermano Benjamin Milkovic OFM, que es parte de la Oficina de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) en Croacia, llevó las preocupaciones de las comunidades afectadas por la desregulación medioambiental y de los migrantes al escenario internacional, utilizando como plataforma el Examen Periódico Universal (EPU) de las Naciones Unidas de su país. El EPU es más que un proceso diplomático; es un momento en el que las voces de quienes de otro modo no serían escuchadas pueden amplificarse en la escena mundial.



¿Puede hablarnos de usted y de los cambios que ha presenciado?
Crecí en el pequeño pueblo de Brestanovci, rodeado de bosques que parecían infinitos. Recuerdo que de niño corría libremente entre los árboles, jugando en la naturaleza, que formaba parte de lo que éramos. Pero hoy en día, la mayor parte del bosque ha desaparecido. La deforestación y la quema ilegal de residuos han devastado nuestra tierra.
He sido testigo de su avance año tras año, sintiendo la pérdida no solo en la tierra, sino también en el silencio donde antes resonaban los pájaros y jugaban los niños. Lo que más duele es saber que los niños ahora no tendrán la misma oportunidad ser moldeados por la naturaleza como yo lo tuve.
Ha hablado de los residuos ilegales. ¿Cuáles son los problemas que plantean?
No muy lejos de donde yo vivía, una pequeña comunidad se ha visto profundamente afectada por fosas de quema de residuos: zonas abiertas donde se quema la basura sin regulación. El olor es insoportable. Los niños y las familias se ven afectados, y aun así no hay multas ni regulaciones, especialmente para las grandes empresas. El gobierno permanece indiferente.
He visto cómo el descuido del medio ambiente se convierte en injusticia social. Cómo se niega a los niños su derecho a un aire limpio, a jugar con seguridad, a un futuro arraigado en la naturaleza. No se trata únicamente de Croacia, se trata de una problemática global.
¿Qué cambios ha observado en relación con la migración en Croacia?
El panorama migratorio en Croacia está cambiando de forma silenciosa, constante y profunda. Croacia es un país de tránsito. Los migrantes pasan por él, a menudo expuestos al contrabando y la trata. Cada persona es una criatura de Dios, digna de cuidado y compasión.
Todos los domingos, en la misa, veo más caras extranjeras. Aunque la liturgia se celebra en croata, siguen viniendo. No hablan el idioma, pero rezan con reverencia y esperanza. También veo cómo la colaboración en nuestra comunidad ha sido clave para responder a las crecientes necesidades que el Estado no puede abordar, o es demasiado lento para hacerlo.
¿Cómo está respondiendo su comunidad ante estos retos?
Hemos empezado a discutir la posibilidad de ofrecer misa en inglés para que todos puedan sentirse verdaderamente incluidos en la vida espiritual de nuestra comunidad. En mi iglesia, dirijo un programa para jóvenes. Espero abrirlo también a los jóvenes extranjeros, para ayudarles a construir una comunidad, cultivar valores y convertirse en personas de bien.
¿Qué le inspiró a llevar estas preocupaciones a la ONU?
Mi inspiración viene de San Francisco, su llamamiento a cuidar de nuestra casa común y tratar a todas las criaturas con dignidad y respeto.
No es algo que haga solo por defender una causa, es una forma de vivir el Evangelio que tiene dimensiones tanto sociales como medioambientales.
A pesar de los retos, ¿qué le da esperanza?
En todo esto, veo una verdad más profunda. Nuestra respuesta a la migración y a la injusticia medioambiental refleja nuestros valores. Y creo que podemos hacerlo mejor. Debemos hacerlo mejor.
Cuando veo a los migrantes rezando con esperanza a pesar de no entender el idioma, cuando veo a las comunidades organizándose para exigir aire limpio, cuando veo a los jóvenes deseosos de tender puentes entre culturas, veo que el Reino de Dios se abre paso.
¿Cómo fue tu experiencia al presentar tu ponencia ante la ONU?
Ante la comunidad internacional, junto con Franciscans International, llevé las voces de los que no son escuchados para hacer que los Estados tomen conciencia de la responsabilidad común que tenemos, nuestro derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible, y de la dignidad de cada ser humano, especialmente de las personas migrantes.
Mientras se revisa el compromiso de Croacia en materia de derechos humanos en la ONU, la voz del hermano Benjamin se une al coro global de franciscanos que trabajan en la intersección de la justicia ambiental y social, demostrando que el mensaje de San Francisco sigue siendo tan urgente hoy como lo era hace 800 años.