Nuestra Historia

Historia de FI

Al principio de su historia, pidieron a los franciscanos hacer una consulta a todos sus integrantes. El Papa señaló que ninguna otra orden tenía conexiones tan amplias ni raíces tan profundas por todo el mundo. Siglos más tarde, el Hermano Dionysius Mintoff OFM se dio cuenta de que se podía invertir este enfoque: si los franciscanos están en todas partes, ¿por qué no pueden alzar las voces de los marginados a los poderosos?

Plantar las semillas

Su idea resonó profundamente en la difunta Elizabeth Cameron de las Hermanas de San Francisco de Clinton, Iowa. En 1982, escribieron una carta a sus hermanas y hermanos sugiriendo por primera vez que los franciscanos establecieran una presencia permanente en las Naciones Unidas.

Su propuesta también se inspiró en otros aspectos de la historia franciscana. El propio Francisco había viajado a la Tierra Sagrada y se había reunido con el Sultán de Egipto en búsqueda de diálogo. En una carta que Francisco escribió después a los “gobernantes del pueblo”, les recordó que ellos también “tendrían que rendir cuenta ante Dios” – lo que se puede entender como el equivalente del siglo XIII de reclamar la rendición de cuentas.

Sentar las bases

En el momento en que Sor Elizabeth y el Hermano Dionysius enviaron su carta, los franciscanos eran cada vez más conscientes de que los desafíos enfrentados por la comunidad local donde vivían no eran problemas aislados. Ir a la ONU y abordarlos a nivel internacional era visto por muchos como una extensión lógica del trabajo ya hecho por las comisiones de Justicia, Paz e Integridad de la Creación. Se formó un comité interfamiliar, y se le encargó la creación de este nuevo ministerio.

Los franciscanos no estaban solos en sus ambiciones: cuando los Hermanos de Brooklyn plantearon la idea al Subsecretario General de la ONU, Robert Muller, éste se limitó a preguntar: «¿por qué habéis tardado tanto en llegar aquí?» Franciscans International fue reconocida como organización no-gubernamental (ONG) por el Departamento de Información Pública de la ONU en 1989, afirmando que tenía la promesa, el compromiso y los medios para un trabajo sostenido en la ONU.

Un ministerio común

FI abrió su primera oficina en Nueva York en 1990. Cinco años más tarde, FI obtuvo el «estatus consultivo general» – en aquel momento de categoría I – en el Consejo Económico y Social de la ONU. Este estatus reconoce que una organización representa a grandes segmentos de la sociedad en una amplia gama de temas. En 1997, FI estableció su segunda oficina en Ginebra, donde actualmente se realiza la mayor parte del trabajo de derechos humanos de la ONU. En 2008 se abrió una tercera oficina en Bangkok para coordinar mejor las actividades regionales en Asia-Pacífico.

En 1999, la Conferencia de la Familia Franciscana (CFF) aprobó una nueva carta que formalizó su papel como patrocinador oficial de la organización y declaró que FI representa a la familia católica franciscana en la ONU. En 2005 se añadió una nueva dimensión ecuménica, cuando la Sociedad Anglicana de San Francisco obtuvo representación en la Junta Directiva Internacional de FI.

Afrontar nuevos retos

FI continues to grow and evolve as an organization to make sure it effectively addresses the concerns of the global Franciscan family. In 2013, as part of a general restructuring, the decision was made to close the Bangkok office to reinforce its position as a bridge between the grassroots and the UN in New York in Geneva. Here, we are the Franciscan voice at the United Nations.

Historia de FI

Al principio de su historia, pidieron a los franciscanos hacer una consulta a todos sus integrantes. El Papa señaló que ninguna otra orden tenía conexiones tan amplias ni raíces tan profundas por todo el mundo. Siglos más tarde, el Hermano Dionysius Mintoff OFM se dio cuenta de que se podía invertir este enfoque: si los franciscanos están en todas partes, ¿por qué no pueden alzar las voces de los marginados a los poderosos?

Plantar las semillas

Su idea resonó profundamente en la difunta Elizabeth Cameron de las Hermanas de San Francisco de Clinton, Iowa. En 1982, escribieron una carta a sus hermanas y hermanos sugiriendo por primera vez que los franciscanos establecieran una presencia permanente en las Naciones Unidas.

Su propuesta también se inspiró en otros aspectos de la historia franciscana. El propio Francisco había viajado a la Tierra Sagrada y se había reunido con el Sultán de Egipto en búsqueda de diálogo. En una carta que Francisco escribió después a los “gobernantes del pueblo”, les recordó que ellos también “tendrían que rendir cuenta ante Dios” – lo que se puede entender como el equivalente del siglo XIII de reclamar la rendición de cuentas.

Sentar las bases

En el momento en que Sor Elizabeth y el Hermano Dionysius enviaron su carta, los franciscanos eran cada vez más conscientes de que los desafíos enfrentados por la comunidad local donde vivían no eran problemas aislados. Ir a la ONU y abordarlos a nivel internacional era visto por muchos como una extensión lógica del trabajo ya hecho por las comisiones de Justicia, Paz e Integridad de la Creación. Se formó un comité interfamiliar, y se le encargó la creación de este nuevo ministerio.

Los franciscanos no estaban solos en sus ambiciones: cuando los Hermanos de Brooklyn plantearon la idea al Subsecretario General de la ONU, Robert Muller, éste se limitó a preguntar: «¿por qué habéis tardado tanto en llegar aquí?» Franciscans International fue reconocida como organización no-gubernamental (ONG) por el Departamento de Información Pública de la ONU en 1989, afirmando que tenía la promesa, el compromiso y los medios para un trabajo sostenido en la ONU.

Un ministerio común

FI abrió su primera oficina en Nueva York en 1990. Cinco años más tarde, FI obtuvo el «estatus consultivo general» – en aquel momento de categoría I – en el Consejo Económico y Social de la ONU. Este estatus reconoce que una organización representa a grandes segmentos de la sociedad en una amplia gama de temas. En 1997, FI estableció su segunda oficina en Ginebra, donde actualmente se realiza la mayor parte del trabajo de derechos humanos de la ONU. En 2008 se abrió una tercera oficina en Bangkok para coordinar mejor las actividades regionales en Asia-Pacífico.

En 1999, la Conferencia de la Familia Franciscana (CFF) aprobó una nueva carta que formalizó su papel como patrocinador oficial de la organización y declaró que FI representa a la familia católica franciscana en la ONU. En 2005 se añadió una nueva dimensión ecuménica, cuando la Sociedad Anglicana de San Francisco obtuvo representación en la Junta Directiva Internacional de FI.

Afrontar nuevos retos

FI continues to grow and evolve as an organization to make sure it effectively addresses the concerns of the global Franciscan family. In 2013, as part of a general restructuring, the decision was made to close the Bangkok office to reinforce its position as a bridge between the grassroots and the UN in New York in Geneva. Here, we are the Franciscan voice at the United Nations.

La Familia Franciscana

Los franciscanos son una familia grande y diversa. Desde los tiempos de Francisco y Clara, las hermanas y hermanos a lo largo de la historia han encontrado diferentes maneras de modelar sus vidas y comunidades para “observar el Santo Evangelio”.

Formalmente, estas diferentes ramas y tradiciones se reúnen en la Conferencia de la Familia Franciscana (CFF), que está formada por los Ministros Generales de las Primeras Órdenes, de la Tercera Orden Regular y de la Orden Franciscana Seglar, y por el Presidente de la Conferencia Franciscana Internacional de las Hermanas y Hermanos de la Tercera Orden Regular.

La CFF patrocina a Franciscans International como su representación oficial en las Naciones Unidas. También nombra a la Junta Directiva Internacional de FI, que también refleja las diferentes ramas franciscanas. Aunque no son miembros de la CFF, los franciscanos anglicanos forman parte de FI y de su Junta Directiva Internacional.

La Familia Franciscana

Los franciscanos son una familia grande y diversa. Desde los tiempos de Francisco y Clara, las hermanas y hermanos a lo largo de la historia han encontrado diferentes maneras de modelar sus vidas y comunidades para “observar el Santo Evangelio”.

Formalmente, estas diferentes ramas y tradiciones se reúnen en la Conferencia de la Familia Franciscana (CFF), que está formada por los Ministros Generales de las Primeras Órdenes, de la Tercera Orden Regular y de la Orden Franciscana Seglar, y por el Presidente de la Conferencia Franciscana Internacional de las Hermanas y Hermanos de la Tercera Orden Regular.

La CFF patrocina a Franciscans International como su representación oficial en las Naciones Unidas. También nombra a la Junta Directiva Internacional de FI, que también refleja las diferentes ramas franciscanas. Aunque no son miembros de la CFF, los franciscanos anglicanos forman parte de FI y de su Junta Directiva Internacional.

Franciscanismo y derechos humanos

Inspiradas por el legado de Francisco y Clara de Asís, innumerables personas a lo largo de la historia – tanto laicas como religiosas – se han comprometido a servir a y trabajar con comunidades marginadas y personas que viven en la pobreza.

Hoy, sus esfuerzos se extienden a las Naciones Unidas, donde están representadas por Franciscans International. Nuestro trabajo se basa en la tradición y la espiritualidad de los franciscanos, tanto católicos como anglicanos, y en su profunda sintonía con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Fundamentos de nuestro trabajo

La Doctrina Social Católica destaca la dignidad de la persona como base para la promoción y defensa de sus derechos inalienables. Dadas las enseñanzas de la Iglesia, la promoción y protección de los derechos humanos es un imperativo religioso para todos los católicos.

En la tradición anglicana, el Evangelio no es sólo la proclamación de la redención y la renovación individual, sino también de la renovación de la sociedad: el fin de la injusticia y el restablecimiento de la correcta relación con Dios, entre los seres humanos y entre la humanidad y la creación.

Como franciscanos, nuestro trabajo sobre los derechos humanos también se basa en nuestro carisma y en los valores relativos al principio de minoría, fraternidad, justicia, reconciliación, paz y cuidado de la creación. Nuestros valores son transversales entre sí. Al responder a los desafíos de nuestro tiempo, vemos, juzgamos y actuamos para proteger y defender la dignidad humana y la justicia medioambiental.

Nuestra espiritualidad y carisma

La búsqueda de justicia social, paz y cuidado de la creación ha sido siempre una prioridad para los franciscanos. Esto emana naturalmente de las vidas de San Francisco y Santa Clara, y del movimiento que inspiraron en la búsqueda de la vida evangélica.

El amor de Francisco por Jesús le llevó a predicar en público y a ocuparse de los problemas de los demás. Se acercó a los leprosos, los pobres y los marginados, reconociendo la presencia de Cristo en ellos. Francisco proclamó el amor y la paz de Dios, buscando la reconciliación entre las partes enfrentadas. Percibió el amor y la belleza de Dios en toda la creación y su vida estuvo marcada por intensas experiencias religiosas, que le hicieron adentrarse en el misterio de Dios.

El encuentro entre Francisco y el leproso se entiende como uno de los acontecimientos que marcaron el inicio de su cambio interno y su conversión. Al superar su sentimiento de repulsión y los estereotipos hacia el leproso marginado, Francisco resolvió vivir en solidaridad con los pobres, los enfermos y los indigentes.

La asistencia a los leprosos – una acción radical en aquella época – fue un momento decisivo en el crecimiento espiritual de Francisco y en la comprensión de su propia misión. Al atenderlos, Francisco se dio cuenta de que la dignidad humana debe ser siempre respetada y protegida. Este fue también el primer germen de lo que se convirtió en su comprensión de la hermandad común con toda la creación, que describió célebremente en el Cántico de las Criaturas.

Cuando Francisco escribió este cántico hace ocho siglos, no respondía necesariamente a una crisis medioambiental. Para él, se trataba de la fraternidad cósmica: la idea de que todos somos hermanas y hermanos creados por Dios y que tenemos la responsabilidad moral de ser guardianes del medio ambiente. Como franciscanos, cuidar del medio ambiente y perseguir la justicia climática es nuestro carisma y nuestra espiritualidad. Es nuestra forma de vida.

Esta comprensión de la fraternidad universal y del respeto a la dignidad humana se refleja también en la búsqueda de la paz, la no violencia y el diálogo por parte de Francisco. En 1219, Francisco viajó a Egipto, donde intentó negociar la paz entre musulmanes y cristianos durante la quinta cruzada.

La insistencia franciscana y clariana en los minoritas se vive con alegría y dinamismo en el compromiso activo con el mundo para lograr una transformación mutua. Ser franciscano – ser “voluntariamente pobre” como un hermano o hermana “menor” – es convivir con los que experimentan la opresión, la marginación y la injusticia, en lugar de apartarse de ellos.

Nuestros valores y las Naciones Unidas

La paz, la dignidad y la igualdad también son aspectos fundamentales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En la ONU, este documento es la base de un sistema único de normas y procedimientos internacionales. Este sistema nos ayuda a buscar justicia por las violaciones de los derechos humanos y a construir un mundo mejor para todos. Se reconoce cada vez más que la preservación de nuestro hogar común es una parte fundamental de este esfuerzo.

La dedicación franciscana a la justicia social y a la sagrada dignidad de cada persona encaja estrechamente con estos valores y normas. La ONU es un lugar en el que podemos reunirnos, superar nuestras diferencias, buscar responsabilidades y elaborar soluciones para los retos compartidos. Los franciscanos están allí para tender puentes con las comunidades de base y para amplificar las voces de aquellos a los que no se escucha. Utilizando los derechos humanos como herramienta, nos esforzamos por conseguir un mundo más justo e igualitario.

Las Naciones Unidas es un lugar en el que podemos reunirnos, superar nuestras diferencias, buscar responsabilidades y elaborar soluciones para los retos comunes.

Franciscanismo y derechos humanos

Inspiradas por el legado de Francisco y Clara de Asís, innumerables personas a lo largo de la historia – tanto laicas como religiosas – se han comprometido a servir a y trabajar con comunidades marginadas y personas que viven en la pobreza.

Hoy, sus esfuerzos se extienden a las Naciones Unidas, donde están representadas por Franciscans International. Nuestro trabajo se basa en la tradición y la espiritualidad de los franciscanos, tanto católicos como anglicanos, y en su profunda sintonía con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Fundamentos de nuestro trabajo

La Doctrina Social Católica destaca la dignidad de la persona como base para la promoción y defensa de sus derechos inalienables. Dadas las enseñanzas de la Iglesia, la promoción y protección de los derechos humanos es un imperativo religioso para todos los católicos.

En la tradición anglicana, el Evangelio no es sólo la proclamación de la redención y la renovación individual, sino también de la renovación de la sociedad: el fin de la injusticia y el restablecimiento de la correcta relación con Dios, entre los seres humanos y entre la humanidad y la creación.

Como franciscanos, nuestro trabajo sobre los derechos humanos también se basa en nuestro carisma y en los valores relativos al principio de minoría, fraternidad, justicia, reconciliación, paz y cuidado de la creación. Nuestros valores son transversales entre sí. Al responder a los desafíos de nuestro tiempo, vemos, juzgamos y actuamos para proteger y defender la dignidad humana y la justicia medioambiental.

Nuestra espiritualidad y carisma

La búsqueda de justicia social, paz y cuidado de la creación ha sido siempre una prioridad para los franciscanos. Esto emana naturalmente de las vidas de San Francisco y Santa Clara, y del movimiento que inspiraron en la búsqueda de la vida evangélica.

El amor de Francisco por Jesús le llevó a predicar en público y a ocuparse de los problemas de los demás. Se acercó a los leprosos, los pobres y los marginados, reconociendo la presencia de Cristo en ellos. Francisco proclamó el amor y la paz de Dios, buscando la reconciliación entre las partes enfrentadas. Percibió el amor y la belleza de Dios en toda la creación y su vida estuvo marcada por intensas experiencias religiosas, que le hicieron adentrarse en el misterio de Dios.

El encuentro entre Francisco y el leproso se entiende como uno de los acontecimientos que marcaron el inicio de su cambio interno y su conversión. Al superar su sentimiento de repulsión y los estereotipos hacia el leproso marginado, Francisco resolvió vivir en solidaridad con los pobres, los enfermos y los indigentes.

La asistencia a los leprosos – una acción radical en aquella época – fue un momento decisivo en el crecimiento espiritual de Francisco y en la comprensión de su propia misión. Al atenderlos, Francisco se dio cuenta de que la dignidad humana debe ser siempre respetada y protegida. Este fue también el primer germen de lo que se convirtió en su comprensión de la hermandad común con toda la creación, que describió célebremente en el Cántico de las Criaturas.

Cuando Francisco escribió este cántico hace ocho siglos, no respondía necesariamente a una crisis medioambiental. Para él, se trataba de la fraternidad cósmica: la idea de que todos somos hermanas y hermanos creados por Dios y que tenemos la responsabilidad moral de ser guardianes del medio ambiente. Como franciscanos, cuidar del medio ambiente y perseguir la justicia climática es nuestro carisma y nuestra espiritualidad. Es nuestra forma de vida.

Esta comprensión de la fraternidad universal y del respeto a la dignidad humana se refleja también en la búsqueda de la paz, la no violencia y el diálogo por parte de Francisco. En 1219, Francisco viajó a Egipto, donde intentó negociar la paz entre musulmanes y cristianos durante la quinta cruzada.

La insistencia franciscana y clariana en los minoritas se vive con alegría y dinamismo en el compromiso activo con el mundo para lograr una transformación mutua. Ser franciscano – ser “voluntariamente pobre” como un hermano o hermana “menor” – es convivir con los que experimentan la opresión, la marginación y la injusticia, en lugar de apartarse de ellos.

Nuestros valores y las Naciones Unidas

La paz, la dignidad y la igualdad también son aspectos fundamentales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En la ONU, este documento es la base de un sistema único de normas y procedimientos internacionales. Este sistema nos ayuda a buscar justicia por las violaciones de los derechos humanos y a construir un mundo mejor para todos. Se reconoce cada vez más que la preservación de nuestro hogar común es una parte fundamental de este esfuerzo.

La dedicación franciscana a la justicia social y a la sagrada dignidad de cada persona encaja estrechamente con estos valores y normas. La ONU es un lugar en el que podemos reunirnos, superar nuestras diferencias, buscar responsabilidades y elaborar soluciones para los retos compartidos. Los franciscanos están allí para tender puentes con las comunidades de base y para amplificar las voces de aquellos a los que no se escucha. Utilizando los derechos humanos como herramienta, nos esforzamos por conseguir un mundo más justo e igualitario.

Las Naciones Unidas es un lugar en el que podemos reunirnos, superar nuestras diferencias, buscar responsabilidades y elaborar soluciones para los retos comunes.

Franciscanos en la ONU

Trabajamos con las Naciones Unidas de varias maneras para asegurar que los testimonios de los franciscanos lleguen a la comunidad internacional.

Una de estas maneras es invitar a hermanas y hermanos a unirse a nosotros en Ginebra o Nueva York. Aquí, podemos organizar y facilitar reuniones con diplomáticos, funcionarios de la ONU y otras partes interesadas. Con el apoyo de FI, también pueden intervenir directamente durante las sesiones de la ONU para plantear los casos de las comunidades marginadas con las que trabajan.

Franciscanos en la ONU

Trabajamos con las Naciones Unidas de varias maneras para asegurar que los testimonios de los franciscanos lleguen a la comunidad internacional.

Una de estas maneras es invitar a hermanas y hermanos a unirse a nosotros en Ginebra o Nueva York. Aquí, podemos organizar y facilitar reuniones con diplomáticos, funcionarios de la ONU y otras partes interesadas. Con el apoyo de FI, también pueden intervenir directamente durante las sesiones de la ONU para plantear los casos de las comunidades marginadas con las que trabajan.

Reflexiones espirituales

Los valores franciscanos coinciden estrechamente con los consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En estas publicaciones, exploramos las raíces y las dimensiones espirituales de nuestro trabajo en las Naciones Unidas.

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