Este artículo forma parte de una serie de reflexiones escritas por nuestro Consejo de Administración Internacional para celebrar el 800 aniversario del Cántico de las Criaturas.
Hasta el día de hoy, el Cántico de las Criaturas fascina por su originalidad y su evocadora creatividad. Al componerlo, al principio, el hermano Francisco sigue la enumeración clásica de los elementos en la secuencia con la que sus contemporáneos están familiarizados: después de los elementos cósmicos del sol, la luna y las estrellas, menciona al «hermano viento» junto con sus aliados «el aire, las nubes, sereno y todo tiempo»; luego sigue a «la hermana agua» en el lugar que tradicionalmente le corresponde.
Pero inmediatamente el Hermano Francisco la rodea de características de particular densidad poética y espiritual. Afirma que la Hermana Agua es «útil y humilde y preciosa y casta». Armoniosa consonancia de utilidad, humildad, preciosidad, castidad: cadencia de servicio respetuoso en favor de la vida en su belleza y fragilidad. Ella no pretende ser la «vida» en sí misma, pero sin la discreta ayuda de la Hermana Agua, ninguna forma de vida en nuestra tierra es posible. Su presencia «útil, humilde, preciosa, casta» solo pretende ayudar a desplegar los poderes ocultos de la belleza en cada ser vivo. La «preciosidad» de la Hermana Agua se condensa en su generoso y discreto servicio a la belleza y la vida.



Me gustaría compartir una experiencia sencilla de cómo una pequeña fuente, posiblemente la representación más misteriosa y encantadora de nuestra Hermana Agua, se convierte en una invitación a entrar en contacto con las fuentes ocultas de vida y resiliencia en las adolescentes marcadas por heridas/dolores injustos.
La «Red Kawsay – Vida consagrada para una sociedad sin trata de personas», una iniciativa de religiosos y religiosas peruanos, ofrece talleres recreativos y formativos para supervivientes de la trata de personas y la violencia sexual. En uno de nuestros talleres, «Camino hacia la fuente, mi manantial interior», caminamos con los adolescentes participantes para visitar un pequeño manantial en la ciudad de Chucuito, Puno, en los alrededores del lago Titicaca. El ascenso es exigente, aunque la vista del majestuoso lago que acompaña el camino contra la corriente nos da nuevas fuerzas a cada paso. Fascinante es el «contraste» entre el esplendoroso Titicaca abajo y el humilde arroyo que nos muestra el tortuoso camino hacia arriba, hacia su misterioso origen entre las rocas al pie de la montaña «Atojja».
Al llegar, utilizamos un texto guía y preguntas compartidas para reflexionar sobre el enigmático contraste entre la multiplicidad de formas del agua. No es solo el pequeño arroyo con el gigantesco lago de fondo lo que nos ayuda a reflexionar sobre la esencia única de ser siempre «agua»; la niebla, la cascada, la nieve, el hielo y el océano revelan esta misma preciosa belleza. Nuestras chicas descubren inmediatamente los paralelismos con sus propias vidas: la multiplicidad de nuestras emociones cambiantes; de nuestros miedos; reflejos de abusos, sufrimientos y desprecios que no pueden borrar la dignidad única e indestructible, la belleza, el deseo de vivir que Dios ha depositado indeleblemente en nuestras almas.
Hay una verdad más profunda aquí: el camino «contra corriente» no es fácil, y la tentación de abandonar la búsqueda de la «fuente» es a veces casi insuperable. Después de todo, el exigente caminar contra la pequeña corriente que baja la colina se convierte en un símbolo del desafío de hacer frente a la cultura dominante que con frecuencia reduce a las personas a objetos de «uso y eliminación».
Por otro lado, la fuente interior, a pesar de todas las «contaminaciones» que puedan haberse acumulado durante el curso del torrente, fluye imperturbable, fiel y limpia, sin cansarse nunca de ofrecer su agua pura para saciar nuestra sed.
Y también hay personas de las que brotan fuentes vivas (Jn 4, 14), de cuyas aguas podemos sacar nuevas fuerzas. Si miramos a nuestro alrededor, podemos identificarlas y estar agradecidos por su presencia. ¿Y si nosotros mismos, según la promesa del Señor, podemos llegar a ser un día fuentes de esperanza para los demás porque nuestras heridas han sanado y se han convertido en una inspiración?
Nuestro taller termina con un sencillo ejercicio de silencio e interiorización. Escuchamos el verso del Cántico de las Criaturas que se refiere a la Hermana Agua. Su preciosidad refleja la nuestra. Su humildad es verdaderamente más fuerte que la destructiva presunción de los abusadores. Su castidad nos remite a nuestra dignidad irrenunciable. Su utilidad es el humilde servicio a favor de la vida.
P. Vicente Imhof OFMConv
Se trata de una traducción automática. Rogamos disculpen los errores que puedan haberse producido. En caso de divergencia, la versión inglesa es la autorizada.