Mientras conmemoramos el Día Mundial del Agua y en Nueva York se reúnen representantes de la ONU, de la Sociedad civil y otras partes interesadas para la Conferencia del Agua, nosotros debemos confrontar una nefasta realidad, como recientemente lo manifestó el Secretario General de la ONU cuando dijo: “Lamentablemente el mundo se salió de rumbo en el intento de alcanzar nuestro objetivo de agua y saneamiento para todos para 2030.”
En las regiones que ahora ya están experimentando escasez de agua, exacerbada hoy por la triple crisis planetaria, los intereses empresariales están impulsando y agravando más la situación. De hecho, en 2021, el Relator Especial de la ONU sobre derechos humanos y el medio ambiente, informó que las corporaciones son “un contribuyente importante a la contaminación del agua, al uso excesivo del agua y al deterioro de los ecosistemas de agua dulce […]” Aunque a menudo envueltos y ocultos en el lenguaje del desarrollo, estos proyectos a menudo llevan a violaciones de los derechos humanos, incluso cuando los Pueblos Indígenas no dan su consentimiento libre, previo e informado.
Uno de tales ejemplos se lo puede ver en Guatemala, donde Franciscans International trabaja codo a codo con las comunidades indígenas q’eqchi, las cuales se han opuesto a proyectos hidroeléctricos que desvían sus ríos sagrados. Esto ya ha destruido mucho de la vida vegetal y de la vida marina que han mantenido tradicionalmente a estas comunidades. En cambio, aquellos que exigen su derecho a una consulta significativa y a un consentimiento acerca del proyecto han sido criminalizados y, en algunos casos, han sido encarcelados bajo acusaciones falsas.
“El río Cahabón es sagrado, es una fuente de alimento y vida”, dice Nikte Caal, una joven q’eqchi de dieciséis años y defensora del medio ambiente, quien hace poco habló en un evento durante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre su activismo y su padre, quien fue encarcelado por su trabajo en pro de los derechos humanos. “Es nuestro deber defender los ecosistemas y defender la biodiversidad luchando por la vida de nuestra Madre Tierra, luchando por nuestra vida y la de las siguientes generaciones. No podemos ser meros observadores de la destrucción de nuestro medio ambiente. Debemos informarnos de lo que está ocurriendo, y actuar en consecuencia”.
Este no es un fenómeno aislado: Franciscans International ha trabajado con comunidades que se enfrentan a violaciones parecidas en numerosos países, desde Brasil hasta las Islas Salomón, donde las industrias extractivas y los proyectos agroindustriales a gran escala, entre otros sectores, privan a la gente de su derecho al agua.
Entonces, ¿cómo podemos prestar atención al llamado de Nikte?
Actuar precisa de los esfuerzos internacionales, incluidos los de las Naciones Unidas y sus estados miembros. Si bien la Conferencia del Agua es un paso importante, los estados deben avanzar más allá de sus compromisos voluntarios y sus declaraciones políticas. Hace ya tiempo que llegó el momento de la acción y de que los estados cumplan sus obligaciones en concordancia con la ley internacional. Esto incluye la puesta en vigor del derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible a nivel nacional. También llamamos a los estados a negociar y adoptar un tratado para regular y exigir a las compañías transnacionales y otras empresas comerciales que aborden los derechos al agua y saneamiento en el contexto de sus actividades empresariales y afronten y rindan cuentas de los atropellos a los derechos.
Por lo expuesto, las empresas comerciales deberían también responder al llamado de Nikte, incluso haciendo realidad los derechos humanos y aplicando la diligencia ambiental debida. En esta área, nos animan algunas iniciativas valiosas, como el desarrollo del ciclo de mega proyecto de Leo Heller, el anterior Relator Especial de la ONU sobre agua y saneamiento, como una herramienta que puede ayudar a fortalecer la resiliencia de las comunidades afectadas mientras afirman sus derechos y buscan prevenir los riesgos que se derivan de estos proyectos. De modo similar, Pedro Arrojo, el actual Relator Especial, ha identificado prácticas sostenibles en la gestión de los sistemas de agua por los pueblos indígenas, las cuales sirven de pauta para otros.
Debemos seguir oyendo lo que dice Nikte y lo que otras voces expresan desde las bases. Si bien el agua es una necesidad universal, está claro que los impactos del cambio climático, al igual que otras causas de la escasez del agua y la contaminación, son desiguales e injustos. Finalmente debemos actuar “sin dejar a nadie atrás.”
Se trata de una traducción automática. Rogamos disculpen los errores que puedan haberse producido. En caso de divergencia, la versión inglesa es la autorizada.